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Dibujo de carta


Maspalomas, 9 de Octubre de 2011.


Querida hermana:
Dicen los poseedores de la sabiduría que el mundo se hace cada vez más grande porque hemos inventado algunas cosillas que nos permiten vislumbrar apenas una ínfima parte del Universo, el equivalente de dios en estos tiempos convulsos que corren. Me gustaría creerlos pero no puedo porque tanta tecnología y tanto descubrimiento me parece que nos hace cada vez más inútiles y más pequeños. Aún a riesgo de que me tomen por un idiota, y confidencialmente te confieso que lo soy, aunque no menos que ellos, te diré que siento un placer infinito al echarme boca arriba sobre la inestable arena y contemplar la negrura estrellada de los cielos. Me pregunto entonces si no sería maravilloso olvidarse de las sesudas ecuaciones de los sabios y tornar a imaginar que los objetos caen  porque están cansados de flotar o porque quieren fundirse y volver a ser engendrados por la Madre Tierra o que ésta será ahora y siempre el centro de nuestro Universo pese al empecinamiento del señor Galileo afirmando que “a pesar de todo, se mueve”. Hay que perdonarle porque el pobrecito creía que era un científico. Pero un poeta puede permitirse creer lo que quiera.
Las normas y las leyes son tan variables y etéreas que es una auténtica tontería vivir una vida entera aterrados y sometidos a ellas, cuando sabemos que lo bueno de hoy puede ser malo mañana y viceversa. En mis años jóvenes hubo un hermoso movimiento de libertad, de sana rebeldía, de creencia en el amor entre todos los humanos, fueran del sexo, raza, edad o creencias que fueran. En esa creencia pinté, escribí y realicé todos mis actos. Por desgracia, hace un tiempo que los represores, tan estrechos de miras como de culos, tomaron el poder y a golpes de decretos, en un intento desesperado de mantenernos en la absoluta ignorancia, nos suprimen, nos ahogan y nos convierten en meras máquinas de producir para su beneficio, como un día    anunció  Aldous Huxley en su novela “Un mundo feliz”.
Me niego a someterme y grito con todas mis fuerzas contra ellos.
  Un abrazo muy fuerte, de tu fiel hermano.

Carta nº3

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