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Dibujo de carta

Maspalomas, 30 de Mayo de 2012.

Querida hermana:

Ya tienes el manuscrito de la “Trilogía de los poetas asesinados por Franco”. Y aunque me urges para que lo publique, creo que me gustaría primero que fueran representadas sobre un escenario puesto que para eso han sido escritas. No se trata de un estudio histórico-científico-literario de los tres poetas. No es una profunda tesis doctoral en busca de la verdad al estilo de los sabios. No es un grito de protesta contra los asesinos que siguen matando el cuerpo y el intelecto. No es una búsqueda de prestigio para ser bien considerado entre los estudiosos. Para entendernos, la historia tal como la manipulan todos ellos me importa un comino. Me gusta el teatro, vivo del y para el teatro y he hecho de una buena parte de mi vida un escenario. Así que en estas tres crónicas de unas muertes no anunciadas está eso, solo eso: el amor al teatro y a la belleza del arte fingido para revolver los corazones y los pensamientos.

Lo he llamado Trilogía de los poetas asesinados por Franco a sabiendas que la primera objeción que me harán, ya solo por leer el título, es que se trata de una afirmación falsa. Claro que ese señor no mató directamente ni a Lorca, ni a Machado ni a Miguel Hernández. Pero los tres murieron como consecuencia de la barbarie que provocó con su golpe de estado y posterior dictadura. ¡A ver quién se atreve a negarlo!

Solo puedo decirte que de las tres obras que comprende la trilogía, he leído para algunos amigos y colegas de teatro la primera: “Federico, amor y muerte” y que terminamos todos con una congoja en el pecho y unas lágrimas asomando a los ojos. Y esto es, de alguna manera, lo que he querido hacer sentir en los posibles espectadores: El dolor por la temprana pérdida de tres genios, arrasadas sus vidas por la brutal ignorancia y los imparables apetitos de dinero y de poder de esas bestias sin amor y sin conciencia. Esos que por desgracia, mi querida hermana, continúan y continuarán medrando entre nosotros, porque la gente buena no puede ni sabe cómo ponerles freno.

  Un abrazo muy fuerte.

Carta nº7

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