Maspalomas, 2 de Agosto de 2012.
Querida hermana:
Ya se me hace insoportable el eterno lamento: No podemos hacer cultura porque el gobierno nos quita sus apoyos económicos. ¡Como si el talento dependiera de su dinero! ¡Lamentable lamento! Suprimen las subvenciones, no importa; cierran los espacios culturales, no importa; nos echan de los mismos si los ocupamos, no importa; recortan las ayudas a la investigación, no importa; nos ahogan en impuestos, no importa. No podrán cerrar nuestras bocas, no podrán atar nuestras manos, no podrán controlar nuestra mente, y si lo intentan, otras se alzarán y vocearán con más fuerza, a pesar de ese continuo miedo que tratan de meternos en el cuerpo. Porque el hambre de conocimiento es un rio incontenible que arrasa cuanto se opone a su camino, porque, a su pesar, no hay nada establecido.
Démosles cultura hasta el empacho, hasta que no puedan más y supliquen un poco de paz. Y entonces, multipliquemos por mil nuestras actividades, atiborrémosles de arte, de literatura, de teatro, de cine, de música, de ciencia… Que no olviden que el ser humano es lo que es gracias a la multiplicidad de sus culturas, a la transmisión del saber generación tras generación y que eso no podrán pararlo ni con sus armas ni con sus mentiras. Démosle la espalda a los explotadores de los creadores, a los intermediarios, a los reguladores del orden cultural, a los críticos lameculos y mercantilistas. Demostremos que la cultura sobrevive sin ellos y a pesar de ellos. Cada uno con lo que sabe hacer: en la calle, en las oficinas, en las escuelas, en las cafeterías, en la casa de cada cual, en las puertas de los teatros, frente a esos otros teatros donde se representa a diario la incapacidad de los políticos para administrar los bienes que ponemos en sus manos, en las paradas de los autobuses o los trenes, en las plazas y las playas y las aldeas y las metrópolis, en cualquier lugar donde encontremos ojos y oídos abiertos a la sabiduría. Sin violencia, sin pancartas, sin gritos ni consignas. El que sepa algo, que lo transmita, que lo muestre, sin temor, sea poco o mucho, dándole a todos lo que hemos aprendido de las generaciones pasadas para hacer más grande y más largo el pensamiento de los seres humanos. Y los creadores ricos que ayuden a los pobres o que los pobres no desprecien a los ricos porque han triunfado. El triunfo del conocimiento es de todos, los pobres y los ricos, los glamurosos y los malditos: solo talento y sabiduría. Hermanos en el arte, indignados por la cultura.
Un abrazo muy fuerte.